Clinical Research Insider

Investigación y desarrollo de moléculas desde la perspectiva de las Universidades

Por: Dr. Marco Antonio Loza Mejía

La investigación de nuevas moléculas con actividad terapéutica es una actividad que requiere de personal altamente preparado en diversos campos de las ciencias químico-biológicas, de las ciencias de la salud y la administración. Además de ello, se requiere una inversión importante de tiempo y recursos económicos. Dependiendo del tipo de molécula (macrobiomolécula como un anticuerpo monoclonal o una molécula pequeña de síntesis química) y aplicación terapéutica (oncológica, antiinfecciosa, cardiovascular…), las cifras pueden ir desde los 850 hasta los 2,000 millones de dólares con tiempos de desarrollo, que van desde los 7 hasta los 16 años. Dichas cifras obligan al análisis sobre las razones por las cuales hemos llegado a estos niveles de inversión de tiempo y dinero y qué oportunidades existen para optimizar este proceso.

Una vez más, dependiendo de la aplicación terapéutica y el tipo de molécula, los porcentajes de inversión que se destinan a la parte preclínica y a la parte clínica son variables. Si bien, en los últimos veinte años los costos se han incrementado en la fase clínica debido a una mayor exigencia y vigilancia regulatoria para garantizar la seguridad y eficacia de los tratamientos que se evalúan, lo cierto es que también ha habido un incremento en los tiempos y costos en la parte preclínica.

Es en este punto donde las Universidades pueden apoyar y catalizar el desarrollo de nuevas moléculas. Se estima que el 60% de las nuevas ideas terapéuticas, ya sea la propuesta de nuevos mecanismos de acción o bien la generación de nuevas estructuras químicas, no procede directamente de las grandes empresas farmacéuticas, sino de lo que llamamos “La Academia” (es decir, las universidades) y los spin-offs que nacen de los posgrados de las instituciones de educación superior. Dado que las instituciones académicas no tienen como objetivo el lanzamiento de nuevos productos farmacéuticos, muchas de estas invenciones terminan licenciándose a las grandes empresas farmacéuticas, que son responsables del 76% de los medicamentos que alcanzan fases clínicas superiores.

Ante este escenario, la industria farmacéutica y las instituciones académicas pueden ser aliados para conseguir los objetivos que cada sector persigue. En México, aunque hay claros ejemplos de la vinculación industria-academia, estos son más la excepción que la norma. Pero no es porque nuestro país carezca de la fuerza e inventiva: desde el 2013, según la base de datos de Scopus, se han publicado más de 271 mil artículos y 1,825 patentes por instituciones mexicanas, de las cuales 43 mil artículos y poco más de 300 patentes tienen como palabras clave o en su título el término de “fármaco”. Por otra parte, el sector académico puede ser un excelente aliado como consultor para la resolución de problemas de la industria, dando un insight experto que permita alcanzar respuestas innovadoras y efectivas a las dificultades que se pueden tener tanto en la parte preclínica como en la clínica.

Dr. Marco Antonio Loza Mejía

Maestro e investigador, Departamento de Ciencias Químicas, Universidad La Salle, México.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio