Clinical Research Insider

Mielofibrosis ¿Qué tanto sabes de este tipo de cáncer en la sangre?

Por: Irene Licona

A más de tres años de la pandemia por COVID-19 (ocasionada por el virus del SARS-CoV-2) mucho se ha investigado y se sigue investigando sobre este padecimiento a nivel mundial, muy en especial sobre las secuelas que en el corto, mediano y largo plazo están presentando las personas que ya han pasado por la enfermedad. Tantas e indistintas que pareciera que, o nos estamos acostumbrando o le hemos dejado de tener miedo a la enfermedad, sobre todo ahora que no es tan letal como en un principio.

Pareciera que el cansancio, sudoraciones nocturnas, dolor en huesos y articulaciones están pasando a formar parte de nuestro día a día al sobrellevarlos sin el mayor problema, en la seguridad de que dichos síntomas, al menos, no nos van a matar. Sin embargo, no hay mayor error –comprobado- que confiarnos o no darle importancia a las “alarmas” que está emitiendo el cuerpo a través de signos y síntomas, y que bien pueden ser el antecedente de algo grave.

¿Sabías qué, si sientes dolor o una sensación de saciedad debajo de las costillas en el lado izquierdo, tienes sudoraciones por la noche y constantemente presentas fiebre, podría ser indicio de una enfermedad denominada mielofibrosis?

La mielofibrosis es una enfermedad catalogada entre los cánceres hematológicos (de la sangre) que se genera en las células de la médula ósea. Es un padecimiento progresivo que desarrolla tejido fibroso que cicatriza la médula ósea y tiene dificultad para desarrollar células normales. Por lo regular se presenta en adultos (mayores de 60 años), aunque actualmente una cuarta parte de ellos son menores de esa edad e, incluso, existen algunos casos en personas jóvenes.

Identificar un padecimiento como la mielofibrosis puede ser difícil, sin embargo, existen signos y síntomas que pueden presentarse con mayor frecuencia en los pacientes, entre ellos se pueden enumerar 14: 

1. Esplenomegalia. Alrededor del 85% de las personas que viven con mielofibrosis presentan este síntoma identificado como agrandamiento del bazo.

2. Pérdida de peso. La mayoría de las enfermedades de la sangre pueden presentar disminución de peso sin motivo aparente. 

3. Fatiga y debilidad. La disminución de glóbulos rojos por la médula ósea provoca que la persona viva con cansancio crónico. 

4. Sangrado o moretones. La aparición inexplicable de moretones (hematomas) o sangrado sin razón, es otro de los síntomas de la enfermedad.

5. Dolor óseo o de articulaciones. El dolor de huesos es un síntoma frecuente en las personas que comienzan con la enfermedad. 

6. Sudoración excesiva. La presencia de sudor en exceso es una muestra de la afectación, sobre todo por la noche.

7. Neutropenia. Las personas que viven con este tipo de neoplasia son más susceptibles a infecciones, esta condición se conoce como neutropenia.

8. Prurito. Además de la presencia de hematomas o moretones, la picazón en la piel es frecuente en las personas que viven con mielofibrosis.

9. Anemia. A raíz de la baja producción de glóbulos rojos, se desarrolla esta afección.

10. Trombocitopenia. Este padecimiento se presenta debido a la baja concentración de plaquetas (trombocitos).

11. Hepatomegalia. El agrandamiento del hígado es una de las manifestaciones que puede aparecer en las personas que viven con este carcinoma.

12. Petequias. Es la aparición de puntos rojos y planos en la piel que son provocados por el sangrado.

13. Palidez. La palidez de la piel puede ser un reflejo de la anemia, que es frecuente en las personas que viven con este tipo de tumor maligno. 

14. Fiebre. Algunos pacientes pueden experimentar fiebre de bajo grado, como un síntoma de mielofibrosis. 

Alrededor de un tercio de las personas que viven con mielofibrosis no presentan síntomas, por lo que la mielofibrosis llega a confundirse con cirrosis o anemia severa. Es una enfermedad que puede tardar en ser diagnosticada de seis meses a tres años; cuando evoluciona, el paciente está muy deteriorado clínicamente cuando se le diagnostica. La manera correcta de identificarla es realizar revisiones médicas frecuentes y estudios de cabecera al paciente que presenta uno o varios síntomas iniciales.

Ante el panorama antes descrito no está por demás practicarse un estudio de médula ósea si se sospecha de tener algún tipo de cáncer en la sangre, máxime si se tienen antecedentes de la enfermedad en la familia. 

La médula ósea es un tejido suave y esponjoso con muchos vasos sanguíneos localizados en el centro de la mayor parte de los huesos. La función principal de la médula ósea es mantener un número normal de estos tres tipos de células, reemplazando a las antiguas por nuevas células.

Existen dos tipos de médula ósea: amarilla y roja, la roja contiene células madre que se transforman en glóbulos rojos, blancos y plaquetas; mientras que la amarilla se compone de grasa y células madre que se convierten en cartílago, grasa o células óseas.

 Las células sanguíneas comienzan como células madre y posteriormente se convierten en:

*Plaquetas: crean tapones que permiten detener el sangrado en la zona de una lesión.

*Glóbulos rojos: llevan el oxígeno a los tejidos del cuerpo.

*Glóbulos blancos: combaten las infecciones en el cuerpo. Se dividen en neutrófilos, macrófagos y linfocitos. 

Entre las enfermedades que afectan a la médula ósea encontramos la anemia, leucemias, mielofibrosis, síndromes mielodisplásicos y linfomas. La médula ósea se analiza a través de dos estudios principales: biopsia y aspirado de médula ósea, para observar las células y también componentes genéticos.

1.- Aspirado de médula ósea: procedimiento que sirve para extraer la parte líquida de la médula ósea.

2.-Biopsia de médula ósea: procedimiento por el cual se obtiene una pequeña muestra sólida de la médula ósea.

Ambos estudios se realizan de forma simultánea y normalmente la muestra se extrae del hueso pélvico, ubicado en la parte inferior de la espalda a un lado de la cadera.

Lo esencial para el diagnóstico es la biopsia de médula ósea, donde se toma una pequeña muestra de tejido óseo de 1 cm para enviar a un laboratorio de hematopatología, y a través de ella se identifica el grado de fibrosis al interior de la médula.

El hematólogo es el encargado de realizar estos procedimientos para examinar las células. El patólogo será el especialista que interpretará los resultados para identificar alguna enfermedad como la mielofibrosis.

Irene Licona

Columnista en México Nueva Era; coordinadora en Mexicampo y colaboradora en Bleu&Blanc. Divulgadora científica especialista en Cáncer. 

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